Este pasado mas de junio de 2024, nos embarcamos en una de las aventuras más emocionantes que se pueden vivir en territorio nacional: el ascenso exprés en el Teide, el pico más alto de España con sus impresionantes 3.718 metros. Con un grupo reducido y muy motivado, nos dispusimos a conquistar la cumbre del volcán para disfrutar de un espectáculo natural incomparable: la puesta de sol desde el techo de España.

La Preparación: Entrenamiento y buena planificación

El Teide no es una montaña cualquiera. Su altitud y su entorno volcánico lo convierten en un reto que requiere una preparación minuciosa, especialmente cuando se trata de un ascenso exprés. Para esta salida es necesario un nivel adecuado de forma física y experiencia en senderismo de alta montaña.

Desde el primer momento, el objetivo era claro: llegar a la cumbre a tiempo para presenciar la puesta de sol, un momento mágico que transforma el paisaje volcánico en un espectáculo de luces y sombras. La planificación incluyó todos los detalles necesarios para garantizar que la experiencia fuera segura y gratificante. Esto implicó llevar el equipo adecuado, que incluía ropa de abrigo para las bajas temperaturas a la cumbre, linternas frontales para el descenso nocturno y suficiente agua y alimentos para mantenernos durante la travesía.

El Ascenso: Belleza y reto a cada paso

Iniciamos nuestra ruta a la estación base de Montaña Blanca, a mediados de atardecer, para asegurarnos de tener el tiempo suficiente para completar el ascenso antes de la puesta de sol. A medida que ganábamos levantada, el paisaje se transformaba, desde las arenas volcánicas y las rocas negras hasta los majestuosos campos de lava solidificada. La vegetación, escasa pero resistente, añadía toques de verde al entorno árido.

El grupo mantuvo un ritmo constante, disfrutando del silencio y la inmensidad del Parque Nacional del Teide. Un ascenso sostenido de 1400m durando cerca de 10 kilómetros que pasaron pronto, amenizados por la compañía y el paisaje que nos rodeaba. La proximidad del crepúsculo añadió una capa extra de emoción al ascenso; sabíamos que estábamos a punto de presenciar un paisaje único, ya nos encontrábamos por encima de los niguls.

La Cumbre: Un espectáculo inigualable

Finalmente, llegamos a la cumbre justo a tiempo por la puesta de sol. Las vistas desde el Teide son simplemente impresionantes. En nuestros pies, un mar de nubes se extendía hasta el horizonte, mientras el sol empezaba a descender, tiñendo el cielo de tonos naranjas, rojos y morados. Este momento culminante nos recordó por qué nos apasiona el senderismo: la recompensa de llegar al más alto, tanto física como emocionalmente.

El ambiente a la cumbre era de pura calma. Temperatura suave, ausencia de viento y fumeroles de azufre. Pudimos disfrutar de la puesta de sol mientras cenábamos, con vistas en las islas vecinas y con la sombra en forma de pirámide del propio Teide projectad en el mar.

El Descenso: Bajo las estrellas

Después de la puesta de sol, nos preparamos para el descenso bajo un cielo estrellado, guiados por la luz de nuestras linternas y el resplandor de la luna. La bajada fue rápida, marcada por la satisfacción de haber cumplido con éxito nuestra misión.

Hasta la próxima aventura!

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